Tu Versículo de Hoy 2 Pedro 3:8, Promesas infalibles

 Palabra:

“Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.” (2 Pedro 3:8) 

Palabra:

“Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.” (2 Pedro 3:8)

Reflexionando sobre los porqués de que Dios nos permita esperar tanto por algo, recordé entonces el versículo citado anteriormente, “que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.”. (2 Pedro 3:8) Dios no está atado por el tiempo para realizar Sus obras. No se demora en realizar algo, lo hace todo en el momento oportuno, y todo lo que hace es perfecto.

Creo que Dios utiliza procesos para obrar en nuestras vidas. Él podría concedernos lo que pedimos inmediatamente, después de todo, Él es Dios. Sin embargo, en su infinita sabiduría y en su gran amor, se preocupa por nuestro bienestar, por nuestra felicidad. Esto implica que Dios nunca nos concederá algo que no estemos preparados para recibir. Es decir, Él se encargará de que hayamos aprendido a manejar, conforme a las medidas de nuestras posibilidades, las bendiciones que nos tiene reservadas.

Todo proceso de espera en Dios implica un significado, un propósito, un proceso de aprendizaje que estará atado al propósito al que El Señor quiere conducirnos, aún cuando en muchas ocasiones, hasta inconscientemente pongamos resistencia. En cada circunstancia Él nos está enseñando algo. Aunque Dios en Su omnipresencia y omnipotencia, no se encuentra atado a tiempo o espacio alguno, creo que tiene un calendario para cada uno de nosotros y en este calendario hay varias etapas, varias etapas de aprendizaje hasta que llegamos al final del proceso. Mientras esperamos, Él trabaja en nuestro carácter, nuestros hábitos, nuestros comportamientos y nos permite aprender preciosas lecciones.

Así que tranquiliza tu corazón. Toma un segundo aire y respira profundo. Recuerda que las promesas de Dios son infalibles y Él no las ha olvidado. Sólo nos está enseñando algunas lecciones hasta que estemos preparados para recibir lo que esperamos y lo que nos haga el mayor bien, según Su grandiosa voluntad. 


Oración:

Señor, que las pruebas de la vida no me hagan dudar de que Tu siempre tendrás la última palabra y que Tus promesas, nunca fallan. Así sea, En El Nombre de Jesús, Amén.


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