¡EL CAMBIO QUE IMPORTA!
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? Romanos 8:29-31
En nuestra naturaleza humana, que es errática e imperfecta, muchas veces podemos caer en la tentación de qué estamos libres de muchos errores, es decir, de que no necesitamos o tenemos muchas cosas por mejorar. En un segundo paso, en el que mostramos algún avance, podríamos afirmar: “tengo algunas cosas que mejorar, pero aún así, soy una buena persona”. Sin embargo, El mismo Señor Jesucristo nos ha llamado a ser o por lo menos, intentar “Ser perfectos cómo el Padre de los Cielos”, esto quiere decir que Dios muy probablemente no se conforma con una visión reducida, de lo que signifique para la humanidad, ser lo “suficientemente bueno”. Y es que Nuestro Padre Celestial, espera realmente algo mucho mejor y mucho más grande para cada uno de nosotros.
Por ello, Dios nos llama a ser una nueva creación, teniendo en cuenta que un paso esencial en ese proceso consiste en retirar de nuestra vida, todo aquello que nos aleje del Señor, aún cuando sea un llamado incómodo, difícil y muchas veces de sufrimiento. ¿Porqué de qué manera serviríamos al Señor cómo el se lo merece, teniendo todavía habitos, relaciones, y actitudes, contrarias a lo mismo que Él nos ha expresando en Su palabra? Siguiendo estas cosas que no le agradan, poco sería nuestro esfuerzo, para intentar glorificarle, como sólo Él merece.
De esta manera, luchemos cada día, para dejar que Dios obre en nosotros, que nos permita conformar aquello que deseamos y aspiramos, con Su voluntad que es la más alta y la de mayor bien para nuestras vidas. A medida que avancemos en ese camino, veremos cómo el Señor cumple sus promesas de abundancia en nuestra realidad, llenando nuestra vida de paz, de plenitud y de gozo, y todo ello cómo resultado de haberlo dejado cumplir en nuestro corazón, la transformación del hijo o hija que deseaba ver en nosotros.
Que Dios nos dé a todos sus hijos e hijas, la gracia para así lograrlo.
Señor, transforma mi corazón cada día, al modelo de hijo e hija que deseas para nosotros, cómo Tu más alta creación. Completa Tu obra y haz que reine en nuestra vida, la plenitud, la alegría y la paz, que sólo Tú puedes brindarnos. En El Nombre de Jesús, Amén.
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