Gotas de sabiduría: El Señor premia nuestra convicción


 

A estos cuatro muchachos Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños. Daniel 1:17

Cuando Daniel era un adolescente, el rey Nabucodonosor invadió Jerusalén y deportó a sus habitantes a Babilonia. Junto con otros cautivos hebreos brillantes y prometedores, Daniel fue seleccionado para entrenarse en un servicio especial a Nabucodonosor. Esto significaba someterse a un riguroso proceso de asimilación a la cultura babilónica, que incluía comer los manjares que se encontraban en la mesa de Nabucodonosor.

Por desgracia, la cocina del rey no había sido preparada según las leyes dietéticas judías y podía haber sido ofrecida a los ídolos, lo que estaba estrictamente prohibido por la Ley de Moisés. Por eso Daniel y sus amigos sintieron firmemente que no podían comer de aquel alimento servido por la mesa real. Arriesgándose a la ira de sus captores, pidieron permiso al comandante para comer sólo verduras durante diez días. Milagrosamente, este accedió. Al cabo de ese tiempo, tenían mejor aspecto que los hombres que comían de la mesa del rey y se les concedió permiso para continuar con su dieta de verduras. En torno a esos hechos, Daniel 1:20 nos revela: “En todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino.”

La historia de Daniel nos proporciona un poderoso ejemplo de cómo defender nuestras convicciones. Estaba muy lejos de su hogar y de su familia, en medio de una cultura alejada de Dios que intentaba activamente despojarle de sus valores. Pero como Daniel permaneció fiel al Señor, Él le bendijo, grandemente. Como creyentes en una cultura cada vez más separada de los caminos de Nuestro Padre Celestial, debemos aprender de la determinación de Daniel. En lugar de permitir que la sociedad establezca nuestros valores, debemos basar nuestras convicciones en lo que El Señor nos ha revelando mediante Sus Sagradas Escrituras. Por ello, pide con fe a Dios, que te conceda el valor de ser una persona que defiende sus creencias, pase lo que pase, de forma que puedas glorificarle en todo momento y por encima de todo.

Asi sea.

Padre, quiero ser una persona de convicciones como Daniel. Ayúdame a honrarte con cada detalle de mi vida. En El Nombre de Jesús, Amén.

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