MI DEVOCIONAL DE HOY


ORACIÓN INICIAL
Padre, mi verdadera comida, como nos enseña Jesús, debe ser hacer tu voluntad; por eso, quiero que todo lo que haga sea para tu gloria. Guíame por tu Espíritu a honrarte, aun en el alimento que me provees, cuidando mi cuerpo que es templo de tu Espíritu Santo, amén.


LEE LA PALABRA DE DIOS
“Y les señaló el rey ración para cada día, de la provisión de la comida del rey, y del vino que él bebía; y que los criase tres años, para que al fin de ellos se presentasen delante del rey.
(…)
Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse.” Daniel 1:5,8


REFLEXIÓN
En el libro de Levítico, capítulo 11, se le enseñaba a Israel a no comer ciertos alimentos que eran impuros; muy probablemente Dios los cuidaba para que tuvieran una dieta saludable y así se distinguieran de otras naciones y aprendieran a tener dependencia total de Dios, aun en el aspecto alimenticio. También, en una gran probabilidad, la comida del rey era previamente ofrecida a dioses paganos, por lo cual, Daniel propuso “no contaminarse”, refiriéndose a un aspecto espiritual de no querer ofender al Dios verdadero y mantenerse en sus estatutos y mandamientos. En esencia, seguir estos mandamientos alimenticios era mantenerse apartado para Dios; en contraste, recibir los manjares del rey era unirse a las costumbres e identidad cultural de una nación pagana, pero también significaba dejar de cumplir el principio de que no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Deuteronomio 8:3, Mateo 4:4). En el nuevo testamento se aclara que no estamos llamados a distinguir entre alimentos puros e impuros ni a tener en cuenta este mandamiento acerca de la comida, pues era solo para Israel y en Hechos 15 se determinó y aclaró este tema, en cuanto a los seguidores de Jesús. (Levítico 11:2, 1 Timoteo 4:1,3-5). Sin embargo, el principio que estamos llamados a obedecer es revelado por el Espíritu: “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios” (1 Corintios 10:31).
Daniel no comió de los alimentos del rey para la gloria de Dios, con el propósito de mostrar en su propia vida cómo Dios sustenta y provee; a su vez, para mostrar los planes majestuosos de Dios al salvarlos y colocarlos más sanos y más radiantes que otros jóvenes que no temían al Señor, todo para su gloria.
Pero hoy, el mundo actual nos ofrece alimentos ultraprocesados y ofrecidos por medio de publicidad engañosa; alimentos donde lo importante es el consumismo y no la salud o el bienestar de las personas; la codicia del dinero, de la máxima ganancia y la mínima calidad, “sabe a fruta” pero no es fruta; en esencia, no le dan la gloria a Dios, porque se sustentan en la mentira.
Reflexionemos hermanos en lo siguiente: ¿lo que comemos o dejamos de comer lo hacemos para dar gloria al Dios, quien nos provee los alimentos y todo lo que tenemos?

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