¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. (Salmos 19:12) Aquel que sondea y conoce como nadie más, lo más íntimo de nosotros y de nuestro corazón, sabe exactamente quiénes somos y en quiénes nos hemos convertido a través de las dificultades que hemos sufrido. Es Él quien nos confronta con nuestros errores y nos convence para que cambiemos. Después de todo, ¿quién puede discernir sus propios errores? no es que sea imposible, pero será, sin dudas, alcanzable, cuando El Señor, en Su gracia nos permita equivocarnos para que seamos conscientes de nuestra debilidad, sobre nosotros mismos y sobre los demás. Y en medio de está realidad es bueno saber que Él no se dará por vencido con nostros. Que estará dispuesto a perdonar, liberar y transformar a cualquiera que se vuelva a Él con un corazón quebrantado y contrito. Desgraciadamente, hasta que no somos completamente liberados por Jesús, seguimos en la vida en una secuencia de errores, a menudo porque no so
Devocional: Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso. (Lucas 6:36) El mundo de hoy, en una pérdida de valores que se ha extendido, infelizmente por redes sociales y muchas veces es auspiciada hasta por grandes medios de comunicación, ha sumido directa o indirectamente al ser humano en un espíritu de intolerancia. Hasta uno mismo insconcientemente en muchos momentos puede ser intolerante ante el error, la fallas o las debilidades de otros a nuestro alrededor, sin percibir en ello una actitud equivocada. Se ha promovido la cultura del Si nos fallan, pronto les devolvemos el favor. Y si no los devolvemos, al menos los ignoramos, los despreciamos. Pero a los ojos de nuestra vida cristiana cabría preguntarnos: ¿es así como reaccionó o reaccionaría Jesús? Ante las debilidades de los demás o incluso ante errores como los que todos podemos tener, ¿sus actitudes estaban marcadas por la intolerancia, por la falta de compasión? No, ¡definitivamente no! En el Nuev
Los proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel. Para entender sabiduría y doctrina, Para conocer razones prudentes. (Proverbios 1:1-2) Salomón, el renombrado rey de Israel, se distinguía de todos los demás por su excepcional conocimiento, sabiduría y riqueza. Su padre, David, había sido un gobernante extraordinario, y cuando Salomón ascendió al trono, buscó la sabiduría divina de Dios para gobernar su reino. El Señor le concedió graciosamente no sólo una sabiduría extraordinaria, sino también riquezas inconmensurables. Salomón se convirtió en un erudito, versado en diversos campos de estudio y astuto en asuntos prácticos de la vida. Escribió una parte importante del libro de los Proverbios, inspirado por el Espíritu Santo, con la intención de impartir principios intemporales de sabiduría a las generaciones futuras, principios que deberían guiarnos en todos los ámbitos de nuestra vida. Al sumergirnos en el libro de los Proverbios, nos inscribimos en una institución sagrada de
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