Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse; mas los impíos caerán en el mal. ( Proverbios 24:16 ) Abraham mintió sobre su esposa para protegerse. Moisés mató a un egipcio. David cometió adulterio y asesinato. Pedro negó a Jesús. Y sin embargo, Dios no desechó a ninguno de ellos. Sus caídas no fueron el final. Con amor y poder redentor, el Señor los restauró y los usó para cumplir Sus propósitos. De la misma manera, cuando tropiezas, puedes sentirte indigno, avergonzado o incluso pensar que Dios ya no puede usarte. Pero la verdad es que el Señor no espera perfección, sino un corazón humilde y dispuesto a volver a Él. Él te ofrece perdón completo y restauración total: «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad» ( 1 Juan 1:9 ). El fracaso no es el final con Dios. En sus manos, aún las heridas y los errores se convierten en testimonio de Su gracia. Él te levanta con ternura, te restaura la di...
No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Filipenses 4:11 La vida está marcada por diversas situaciones, algunas tristes y otras alegres. A veces, las circunstancias producen gran satisfacción; otras, angustia. Es natural alegrarse cuando todo va bien, pero es aún mejor cuando descubres cómo vivir contento a pesar de las circunstancias desfavorables. Pablo descubrió esta manera de vivir contento en cualquier situación. Por eso declaró: Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Nótese que el apóstol dice que «aprendió» a vivir contento, es decir, que no fue algo automático, una gracia recibida al instante tras un momento de oración. Fue un viaje, un camino de quebranto y un cambio de perspectiva en relación con los problemas que afrontó a lo largo de su vida. El sufrimiento es un hecho, una realidad en este mundo. Las crisis son la norma y afectan a todos. Por eso hay que saber afrontarlas. Es posible elegir la opción de la ...
En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor. 1 Juan 4:18 Durante muchos años tuve miedo de decepcionar a Dios por no rendir a la altura de Sus elevados estándares, pero ahora sé que eran temores infundados. ¿Cómo llegué a esta conclusión? Me di cuenta de que una deidad a la que se puede decepcionar es una que ama condicionalmente, aceptándonos cuando nos portamos bien y desechándonos cuando no lo hacemos. Ése no es el Dios descrito en las Escrituras, que nos muestra constantemente que Su amor por nosotros es incondicional. Esto significa que a veces desobedecerás al Señor, ya sea deliberadamente o sin saberlo, y cosecharás sus consecuencias como castigo. Pero nunca le decepcionarás. Él siempre te ama con un amor infinito, abrumador, misericordioso, bondadoso y apasionado. Por supuesto, cuando fallas, puedes sentirte inadecuado e indigno de Su ayuda, pero Él a...
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